Estos días empieza a hacer frío,
está nublado, y de vez en cuando llueve,
y yo, que me alío con el tiempo,
también siento nubes grises.
El frío entra en mi piel,
y la nariz empieza a decirme
que es otonyo,
aunque en realidad estemos en agosto.
El otonyo me recuerda el calor de tu piel,
y siento más deseos de tenerte cerca,
de arroparme en tus recovecos,
de quedarme quieta en tu cueva,
hasta que mi cuerpo recupere su calor.
Y parece tan difícil que ocurra,
que no quería recordarlo,
y el recuerdo vino a mí,
y ya no quiere irse,
que bien si fueras tú y no el recuerdo...
que bien un otonyo extra enredados...
Pero estás lejos,
o soy yo la que se fue...
Y 20 grados de diferencia,
y 3000 km de distancia,
y a un milimetro para sentirte,
y a un segundo para amarte.
Hace semanas que no hay distancia,
hace días que no hay palabras...
Y mi corazón coraza,
no sabe a donde anda,
si en la senda del olvido,
o en el camino a tu encuentro.
Y Berlin me ensenya su frío,
y yo me escondo y me lío,
pues prefiero primaveras,
o veranos encendidos,
que prematuros otonyos,
con amaneceres tardíos.
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