Monday, September 11, 2006

Que dulces eran los otoños encendidos,
en los que nuestros cuerpos, unidos,
se quitaban el frío en un abrazo eterno,
donde las horas eran segundos,
y tu piel, y mi piel se confundían.

Luego vino el adios,
los noches sin vos,
los inviernos fríos,
en mi corazón.

Mi cuerpo temblaba,
sin que el calor le calmara,
mis sueños se agolpaban,
y con tu rostro despertaba.

Nudos en el estómago,
punzadas de desamor,
pues ya no éramos tu y yo.

Pasó el tiempo,
y me curó,
pasó tu recuerdo,
y me calmó.

Ahora,
días de caramelo,
con sabor amargo,
pues a veces estás y no,
a veces me das tu amor,
luego, oceanos entre los dos...

Volviste a mi pensamiento,
interrumpiste mi dulce sueño,
y aún no sé todavía,
a donde llevará ésto...

Me gustaría saber qué quieres,
me encantaría, que otra vez,
de mutuo acuerdo,
aprendieramos a amarnos,
y a cultivar amor del bueno.

1 comment:

Anonymous said...

. Me parece que las palabras circulan directamente.Por eso el Lorca que elogiaba el gusto por lo oscuro, la llamada de la muerte, la danza, la suerte y la faena de invocarla en formas-acciones. Parte de la vida...por eso tiene colores, y señora ... por dueña?
y la vida junto a ella, se explica y la idea la retrata, la limita. Está bien. Pero las palabras han surgido y hablan de otras cosas y lugares. Aparte de la memoria, y del sentir.
Hoy pude darme cuenta, sentir localizado en el cuerpo que se sabe vivo.
Hoy estás aqui y mañana no, y eso es danza
Y los anteriores?


Reservo un espacio para acercarme después.

Dan gusto las frases-enigmas, que se expanden desde una forma modesta, y a veces tambien las palabras a medias, cuando explicar no tiene mucho sentido.

No se escribe sin ver. Ahora se vé oscuridad poblada y espacios vacios que develan la forma desde la nada, y la palabra desde el silencio